I. La importancia del comercio internacional y su regulacion
El comercio internacional es importante en la medida que contribuye
a aumentar la riqueza de los países y de sus pueblos, riqueza que medimos a
través del indicador de la producción de bienes y servicios que un país genera
anualmente (PIB). Sobre la base de esta convicción se ha defendido la
libertad de comercio como un instrumento que permite lograr un objetivo
que podemos considerar universal: la mejora de las condiciones de vida y de
trabajo de la población mundial que está íntimamente relacionada con la renta
económica generada y con su distribución.
Esta creencia, sin embargo, no ha sido ni compartida por todos los
países ni, sobre todo, aplicada. Por el contrario, el enfoque que más ha prevalecido
en la historia económica de los últimos tres siglos ha sido el de
limitar y regular los flujos de comercio en función de los diferentes intereses
económicos, políticos y sociales de los estados. El grado de intervención y
limitación de los intercambios comerciales ha ido variando a lo largo del
tiempo, como después analizaremos, pero alcanzó su punto álgido en los
años treinta cuando la economía internacional experimentó una de sus peores
crisis. Precisamente, para evitar que estos episodios de deterioro en las
relaciones económicas internacionales se repitieran, el diseño del orden económico
internacional de la posguerra apostó, claramente, por una liberalización
del comercio internacional como medio para que la producción y el
bienestar de todos los países aumentaran. A pesar de ello, este proceso de
liberalización del comercio no ha sido automático ni generalizado.